Harlem esquina con el Bronx. Básicamente ese es el emplazamiento de Rucker Park, el ‘playground’ más mítico de la historia del baloncesto. Una cancha de asfalto de donde han salido las mayores leyendas ‘undergrounds’ y donde las grandes estrellas de la NBA como Julius Erving o Kareem Abdul Jabbar jugaron al otro baloncesto. Al auténtico espectaculo. Allí, como ellos mismos han dicho es donde se sintieron realmente libres, sin las ataduras del sistema y los esquemas y la pizarra táctica del entrenador de turno.
Las décadas de los setenta y los ochenta fueron la edad de oro de Rucker Park, la meca de los ‘playgrounds. La ciudad se paralizaba para ver a jugadores que respondían al nombre de ‘La Cabra’, el Helicóptero, ‘Destroyer’ o ‘Pee Wee’, entre otros. Ellos eran los dioses del asfalto, las estrellas no reconocidas por la NBA. Otros ‘pasaron’ de la NBA y rechazaron ofertas millonarias. Unos porque simplemente ganaban más dinero traficando con droga, otros porque llevaban el barrio tan dentro que no podían salir de allí. No se podían adaptar al sistema y no querian la fama mundial sino la de ser el rey del asfalto de Rucker Park.
Hoy, cerca de sesenta y cinco años después de la fundación del torneo de Rucker Park, el ‘playground’ sigue allí. En pleno ‘downtown’ de Harlem, en la 157 con la octava avenida, aunque allí, tan al norte de Manhattan ya pasa a ser Frederick Douglas Boulevard. Casi desde el parque Holcombe Rucker, donde está la cancha callejera más famosa del mundo, se puede ver el Bronx. De hecho, se adivina el Yankee Stadium, la ‘casa’ de los llamados ‘bomberos’ del Bronx, los New York Yankees, el equipo más famoso de la tierra. La zona, por descontado, no aparece en las guías turísticas. Es más, la propia Policía recomienda evitar la zona por insegura pese a que apenas unos cincuenta metros más al sur hay una comisaría con veinte coches de Policía operativos. Harlem, lo que en otros tiempos, al principio de todo, era la zona residencial y donde vivían los ricos antes de mudarse al downtown de Manhattan, ahora se ha convertido en un lugar a evitar. No todo Harlem, porque se está trabajando bien para ‘lavar’ la imagen y de echo es donde mejor gospel y Jazz se puede escuchar en todo Nueva York. Pero el norte de Harlem sí es uno de los sitios malditos, al igual que determinado lugares de Brooklyn, el Bronx o Queens. Y allí, casi orilla con el río Harlem, al inicio de la interestatal, está Rucker Park.
Sigue siendo un lugar mítico, de peregrinaje para los auténticos ‘enfermos’ del baloncesto. Una cancha que hay que visitar sí o sí.... aunque por poco tiempo y de día. Al menos eso es lo que todos aconsejan, hasta la policía. Y encontrar un taxi que suba hasta tan al norte es muy complicado. La zona no invita a ser visitada y rápidamente se evidencia que el baloncesto, además de ser un modo de vida, es una válvula de escape a una vida fácil y que llevó a la ruina, a la cárcel, a la miseria y a la muerte a grandes leyendas del ‘playground’ como Joe ‘Destroyer’ Hammond, Earl ‘The Goat’ Manigault, Richie ‘The Animal’ Adams, James ‘Fly’ Williams o ‘Pee Wee’ Kirkland.
Al igual que se respira historia cuando uno se aproxima y entra en el mítico Rucker Park, también se advierte que hay alguien que no cuadra. Uno se siente observado aunque según la policía el índice de seguridad durante las horas de sol es mayor que cuando cae la noche. “Si vas allí no se te ocurra ir por la tarde. Sólo es seguro durante el día”, comentan los policías a la entrada del metro.
Hoy, cerca de sesenta y cinco años después de la fundación del torneo de Rucker Park, el ‘playground’ sigue allí. En pleno ‘downtown’ de Harlem, en la 157 con la octava avenida, aunque allí, tan al norte de Manhattan ya pasa a ser Frederick Douglas Boulevard. Casi desde el parque Holcombe Rucker, donde está la cancha callejera más famosa del mundo, se puede ver el Bronx. De hecho, se adivina el Yankee Stadium, la ‘casa’ de los llamados ‘bomberos’ del Bronx, los New York Yankees, el equipo más famoso de la tierra. La zona, por descontado, no aparece en las guías turísticas. Es más, la propia Policía recomienda evitar la zona por insegura pese a que apenas unos cincuenta metros más al sur hay una comisaría con veinte coches de Policía operativos. Harlem, lo que en otros tiempos, al principio de todo, era la zona residencial y donde vivían los ricos antes de mudarse al downtown de Manhattan, ahora se ha convertido en un lugar a evitar. No todo Harlem, porque se está trabajando bien para ‘lavar’ la imagen y de echo es donde mejor gospel y Jazz se puede escuchar en todo Nueva York. Pero el norte de Harlem sí es uno de los sitios malditos, al igual que determinado lugares de Brooklyn, el Bronx o Queens. Y allí, casi orilla con el río Harlem, al inicio de la interestatal, está Rucker Park.
Sigue siendo un lugar mítico, de peregrinaje para los auténticos ‘enfermos’ del baloncesto. Una cancha que hay que visitar sí o sí.... aunque por poco tiempo y de día. Al menos eso es lo que todos aconsejan, hasta la policía. Y encontrar un taxi que suba hasta tan al norte es muy complicado. La zona no invita a ser visitada y rápidamente se evidencia que el baloncesto, además de ser un modo de vida, es una válvula de escape a una vida fácil y que llevó a la ruina, a la cárcel, a la miseria y a la muerte a grandes leyendas del ‘playground’ como Joe ‘Destroyer’ Hammond, Earl ‘The Goat’ Manigault, Richie ‘The Animal’ Adams, James ‘Fly’ Williams o ‘Pee Wee’ Kirkland.
Al igual que se respira historia cuando uno se aproxima y entra en el mítico Rucker Park, también se advierte que hay alguien que no cuadra. Uno se siente observado aunque según la policía el índice de seguridad durante las horas de sol es mayor que cuando cae la noche. “Si vas allí no se te ocurra ir por la tarde. Sólo es seguro durante el día”, comentan los policías a la entrada del metro.
Rucker Park es como un oasis de asfalto entre tanto asfalto, pobreza, marginalidad y miseria en la zona dura de Harlem. Siempre se escucha el bote de un balón. De fondo, la sirena de un coche patrulla y los murmullos de los corrillos que forman tipos duros, con caras de pocos amigos que según avanza la tarde se van adueñando del barrio.
La gran excepción es el viernes. Esa tarde el espectáculo y toda la atención está puesta en el cemento de Rucker. Es el momento de la Pro-Am Rucker League, la Liga de Rucker que combina talento amateur y profesional. El torneo que continúa con la tradición que empezó Holcombe Rucker: basket para sacar a la gente de la calle, las drogas y los problemas.
Aqui os dejo algunos videos del espectaculo:
3 comentarios:
Fijaros en la camiseta del q esta al lado de kobe, q crack...
minuto 4:11 del tercer video, tinsley!!que jugon!!!!!que pena que en los partidos serios se les prohiba hacer esas cosas. Steve Francis, quien te ha visto y quien te ve
ke razon tienes. donde se a kedau l steve francis de antes. a mi me encanta alston. como bacila a todo dios. el de al lado de kobe es nate robinson no?? kamiseta muy wapa. de la ficha policial de iverson.
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